domingo, 8 de agosto de 2010

la malculeada concepción


Quiero comer ese caramelo.
Quiero comerte.Es inevitable.
No se me había ocurrido.
Fue tu idea.
Pero me la clavaste

y quedé tentada.

Voy a contarte un secreto... vení bien cerca... escuchame y , sobre todo, quedate callado.
Es fácil decir que me gustaste apenas te vi: con esas piernas, ese trasero… ah, claro, y esa sonrisa que junto con los ojos y las manos dicen que es lo primero que miramos las mujeres.

Un poco falto de color y de intensidades para derretirme…también es cierto…pero yo soy voluntariosa para activar mis fuegos.
No sé que fue lo que no pudiste resistir…quizá esa mezcla de qué bueno que estás con los tres o cuatro peros que se me cruzaron cuando te miré generó una vibra poderosa…
Tu tacto fue otro asunto…tu toque fue flechazo.Y esa mano vino así porque me tenías ganas?…qué grata sorpresa .
Los encuentros descolgados en momentos no lógicos…eso confunde a cualquiera y más que a cualquiera a quienes no son cualquiera y más que a quienes no son cualquiera a los que andan encendiéndose o incendiándose aun sin saberlo.

En fin, momentos gloriosos para mi boca, mi cuello, mis pechos, mi espalda …entre otras partes.
Momento pasado. Momento poco.
Quizá fue lo mejor. Pero me quedé con ganas…Las que no tenía…las que fueron tu idea…las que todavía no entiendo…las que no me importan, pero…

Lo mejor, desaparecer. Asumir que ya fue y que por suerte ya fue. Elijo resultar incoherente ante tus ojos (que sólo miran de vez en cuando) y tu oído (que ya podés alejar de mis labios) para ser coherente ante lo que quiero de mí y para mí.
Dicho esto y esperando que te quede claro…

Ojalá nos volvamos a besar y, más que nada, me vuelvas a morder y ya que estamos me prestes eso tan interesante que tuve entre las manos para que juguemos un ratito.


Leer más...